
Uno de aquellos días por la tarde en los que solo da tiempo a subir por carretera como una flecha y bajar un buen camino. Esto, señores, es un pobre rallyman epedernido sobreexplotando sus cuádriceps. Intentando dar caza en subida a un ciclista de carretera con el que se picó y al que nunca fue capaz de adelantar.
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